Nombre: Antonio
Apellido: ÁLVAREZ LLERAS
Seudonimo: Joaquín Zuluaga
Biografía:

Nació en Bogotá, el 2 de julio de 1892 y murió en la misma ciudad el 14 de mayo de 1956. Utilizó el seudónimo de Joaquín Zuluaga. Dramaturgo, comediógrafo, novelista y poeta.

Hijo de Enrique Álvarez Bonilla y Helena Lleras Triana. Álvarez Lleras formaba parte de una familia bogotana que desde el siglo XIX se había destacado por sus aportes a las letras y a la educación del país. Su padre también fue escritor. Como lo escribió en su corta autobiografía, creció en un hogar impregnado de ciencia, literatura y pedagogía. Nieto de Lorenzo María Lleras, heredó su gusto por el teatro y desde pequeño improvisó pantomimas y escribió comedias cortas que representaba con su hermana Inés frente a familiares y vecinos.

Sus primeras obras datan de la época en que cursaba estudios secundarios, en la que escribió comedias y dramas para el grupo escolar del colegio de los Hermanos Cristianos (Colegio de la Salle). Incluso varios dramas históricos compuestos únicamente por personajes femeninos fueron escritos por encargo de la rectora del Colegio de San Façon, para ser representados por las niñas. De este periodo se conocen varios títulos, entre ellos los siguientes: Don Luis Vesaques; Los de Altamora; Los traidores de Puerto Cabello. Posteriormente, y para público estudiantil, también escribió los diálogos: Por teléfono y De año nuevo. Piezas de mayor aliento como Alejandría la pagana. Drama mixto en cuatro actos [s.f.]; El ángel de navidad. Obra para niños [s.f.], y La toma de Granada, drama musical inédito en cuatro actos para colegios [s.f.].

Estudió en la Universidad Nacional un año de Derecho, pero cambió de carrera y atribuyó este hecho a su carácter, a la falta de memoria para los códigos y el poco gusto por esta carrera; así que, en 1913, cambió a odontología en el Colegio Dental de Bogotá, donde se graduó de doctor en Cirugía Dental, en 1917. Continuó una especialización en Columbia University, New York. Esta profesión la ejerció durante toda la vida, motivo por el cual uno de sus amigos afirmó que en Álvarez Lleras había dos personalidades desconectadas: el profesional y el escritor. Fue profesor de distintas materias en el Colegio Dental Colombiano y rector en varias ocasiones, al igual que en el Instituto Dental Colombiano.

Álvarez Lleras fue miembro de varias asociaciones de escritores como la Sociedad de Autores de Colombia y la Sociedad Arboleda; también fue nombrado miembro de número y tesorero de la Academia de la Lengua y correspondiente de la Real Academia Española. Entre 1927 y 1931 se desempeñó como cónsul de Colombia en Cádiz, lo cual le permitió conocer personalmente y compartir con sus pares españoles: Jacinto Benavente, Manuel Linares Rivas y los hermanos Álvarez Quintero, a quienes admiraba y de quienes recibió innegable influencia, así como de José Echegaray. Aunque, como él mismo lo recalcó, fue también discípulo fiel de los clásicos, en especial de Lope de Vega, Calderón de la Barca y Molière, dado que Álvarez Lleras compartía con ellos su visión de que el teatro tenía una elevada misión social. En 1945, en el prólogo de Almas de ahora, expresó su concepción sobre el teatro: “Si la obra de teatro es, por una parte, manifestación artística de particulares características, debe ser, por otra, creación literaria y, por tanto, contener ideas, expresar tendencias, encerrar un objetivo social preciso, ya que su radio de acción no se limita a las salas de espectáculos”.

Además del concepto anterior, una de las claves para entender la obra dramática del autor es su firme creencia que el arte escénico consistía en demostrar una tesis, en elaborar una “exposición ordenada a un fin” a través de la interlocución de los personajes. De esta manera, en el conjunto de su obra se puede observar un choque entre costumbres e ideas del pasado y del presente; la mayoría de las veces el pasado resulta ganancioso, y cuando esto no ocurre se produce en los personajes una gran pérdida moral, atribuible a la clara influencia de filosofías ajenas a la cultura propia. Por cultura propia el escritor definía la que se formó con base en ideas y costumbres de origen hispano, amalgamada con las nativas. Dentro de esta perspectiva, esa nueva sociedad mestiza, es presentada por el autor todavía con fuertes pinceladas románticas, con atributos juveniles de ingenuidad, nobleza y generosidad, tal como fue definida por algunos críticos y estudiosos.

En efecto, críticos y dramaturgos han escrito sobre Álvarez Lleras y ha sido considerado por algunos como el mejor dramaturgo de comienzos del siglo XX, o el fundador del teatro moderno en Colombia. Sus contemporáneos apreciaron sus obras y ninguna pasó desapercibida en el ámbito artístico y social, por las controversias que suscitaban las historias de sus personajes. Otros autores posteriores, sin embargo, no lo han estimado de la misma manera y poca recepción ha tenido a partir de mediados del mismo siglo. Unos cuantos comentarios pueden dar un panorama de la producción teatral del autor. Por ejemplo, cuando se estrenó Víboras sociales, el crítico y estudioso del teatro, Manuel Castello, escribió en su columna de El Tiempo al respecto; a continuación, un fragmento:

- “El joven Álvarez ha hecho una pieza que, justo es reconocer, encierra mucho mérito y que, como es voz general, marcará una fecha imborrable, no solamente en la carrera de escritor dramático, que éste puede seguir, sino también en los anales de la literatura dramática […]. El joven Álvarez encaminó su trabajo a predicarle al pueblo a lo que puede estar expuesto por su ingenuidad para dar crédito a ciertas víboras sociales, y como símbolo de ello, nos presenta a Jorge, el buen hijo, el buen marido, el buen cristiano, víctima del engaño y que por esta razón lucha contra la fuerza social.

La estructura de la obra es bastante bien acordada, y a pesar de tener defectos de verosimilitud en ciertos pasajes, y faltas de cualidades escénicas en otros, se hacen perdonar porque en todo caso son menores a la labor que ella revela […]. Víboras sociales es un drama sencillo, vigoroso y emocionante; pensando con acierto y notablemente escrito; dice con precisión lo que se quiso decir. Con toda la franqueza y decisión de un autor dramático verdadero, Álvarez aborda la cuestión desde el primer momento y no retrocede ante ninguna audacia de su pensamiento [...]”.

- Luis Eduardo Nieto Caballero escribió este breve comentario, cuando Álvarez Lleras era un joven dramaturgo: “Sin disputa ninguna es nuestro primer dramaturgo. Naturaleza rica en emoción, esa vegetación de las almas impresiona por su espontaneidad y su vigor. Álvarez Lleras es casi un niño, que lleva en el espíritu la vejez del que se ha apropiado los ajenos dolores, para describirlos, con la misma intensidad que tienen en la vida, en las producciones teatrales”.

- Daniel Samper Ortega, en el prólogo de la comedia El fuego extraño escribió lo siguiente: “Sin reticencia de ninguna naturaleza es necesario reconocer que de todos nuestros autores dramáticos el que mayores servicios ha prestado al arte escénico de Colombia es Álvarez Lleras; tanto por las brillantes condiciones que posee para cultivar este género, cuanto porque él fue quien en realidad de verdad nos trajo aquí las orientaciones del teatro moderno, como las llevó a España don Jacinto Benavente. Con anterioridad a Álvarez Lleras apenas habíamos hecho débiles ensayos de drama histórico o de teatro costumbrista. Álvarez Lleras es el primero que aborda a fondo los problemas sociales de alguna trascendencia y los aborda en forma completamente nueva […]”

El mayor número de obras de su repertorio está compuesto por dramas, a pesar de su confesado gusto por la comedia. Atribuyó esta inclinación a dos sucesos que marcaron tristemente su hogar desde la niñez y su futuro como autor. Uno, la enfermedad que padeció su madre, la cual le impidió compartir con sus hijos, y el otro, fue la larga guerra civil colombiana conocida como de los Mil Días, cuyas espantosas sombras cayeron sobre el hogar.

Álvarez Lleras no volvió a escribir después del indiscutible éxito alcanzado por sus obras de los años diez y veinte (Alma joven, Fuego extraño, Como los muertos, El zarpazo). Su fama traspasó las fronteras patrias gracias a la inclusión de dichas piezas en el repertorio de compañías itinerantes, especialmente la de Camila Quiroga que representó El zarpazo en una gira por México, Puerto Rico, Cuba, Nueva York (Manhattan Opera House, 1927), París (Theatre Madelein, 1928) y en la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1928); y la del actor catalán Ramón Caralt que representó Fuego extraño en ciudades españolas. Guardó silencio durante catorce años, de 1930 a 1944, según sus palabras, porque lo había embargado cierta filosofía positivista que le hacía preguntarse ¿para qué?

Reapareció en los escenarios en 1944 con el drama Almas de ahora, que le sirvió también de carta de presentación social para dar a conocer su compañía Renacimiento, formada y dirigida por él, cuyo nombre correspondía a su renacer en el teatro. Con esta también estrenó su última obra, el drama histórico El virrey Solís. Según algunos dichos de esa época, Álvarez Lleras contó con un generoso mecenas que impulsó la compañía y patrocinó el montaje de las obras del autor, en especial la de El virrey Solís. La compañía Renacimiento se presentó en Bogotá y en otras ciudades del país, pero se extinguió aproximadamente al año. Las primeras obras representadas tuvieron un resonante éxito, pero el público fue disminuyendo paulatinamente. El autor atribuyó el hecho a que el público popular se inclinaba más por los espectáculos "frívolos" del género costumbrista, de moda en ese momento.

Para entender este momento del regreso del dramaturgo a los escenarios, en 1944, algunas columnas críticas aparecidas en la prensa pueden brindar información al respecto. El intelectual y dramaturgo Rafael Guizado, escribió una crítica en las páginas dominicales del periódico El Tiempo; a continuación, un fragmento de ese escrito:

- “[…] Álvarez Lleras es un ejemplo impresionante de la fidelidad a una tendencia teatral, a una concepción de la escena que tuvo en una época histórica decisiva influencia en el mundo de las letras y que aún tiene interés y repercusión sobre un público fiel y comprensivo. Durante los primeros años de este siglo el teatro de tesis, la lección moral desde las tablas, el razonamiento implacable de los personajes constituyó la medula de dramas y comedias que se escribieron en Francia, en Alemania y en España. [Álvarez Lleras] se apasionó por ese proceso difícil que incluye el planteamiento de un problema, la exposición constante de argumentos en pro y en contra de determinada solución, la reacción sicológica de los personajes que intervienen en la trama y que encarnan, más que sentimientos, ideas, más que tipos humanos, tesis filosóficas y sociales, y por último, adquirió una especial destreza en el robustecimiento argumental y con la preparación dosificada de un golpe teatral que es la culminación de la obra y la concesión espectacular al público. Quien no reconozca mérito a ese teatro, es un obcecado o un ignorante.

Almas de ahora se alinea en la pura tradición antes mencionada. Y para hacer más absoluta su fidelidad, tiene también su fondo de muerte y de sangre, como la tuvieron las más famosas obras del teatro de tesis, heredero directo de la escuela realista […] En su género, Álvarez Lleras es un maestro. El tino con que se maneja los personajes revela su aplicación incansable; la acumulación de elementos diversos para crear una atmósfera propicia para hacer aceptar determinadas convenciones demuestra su vasta experiencia; y en Almas de ahora hay además un factor muy agradable y es el cuidado del lenguaje, que sin ser –lo que comúnmente se llama literario– es escogido y armonioso […]”.

Antes de informar sobre la obra teatral más relevante del autor es importante señalar que también escribió en otros géneros. Durante su permanencia en el Consulado de Cádiz, Álvarez Lleras escribió una novela: Ayer, nada más o los inconscientes, publicada en Paris por Editorial Le Livre Libre, 1930. Publicó, además, dos cuentos: Bebé, el gato y yo, en la revista Mundo al Día (Bogotá), núm. 894, 15 enero 1927. La prueba también en Mundo al Día (Bogotá), núm. 1078, 27 agosto 1927. Y dos volúmenes de poesía: Sonatina de otoño y Ensoñadores.

Es autor de las piezas publicadas en Bogotá: Víboras sociales. Comedia, estrenada el 8 de agosto de 1911 por la compañía española Adams en el Teatro Municipal de Bogotá y publicada en 1936. Alma joven. Comedia en tres actos y en prosa, estrenada el 20 de enero de 1912 por la compañía española Adams en el Teatro de Colón de Bogotá; publicada en 1912 y 1914. Fuego extraño. Comedia en tres actos y en prosa, estrenada el 23 de diciembre de 1912 por la compañía mexicana de Virginia Fábregas en el Teatro Municipal de Caracas y el 4 de marzo de 1913 en el Teatro de Colón de Bogotá, ganadora del primer premio de la Sociedad de Autores de Colombia en el concurso de 1912 y medalla de honor de la misma institución. Publicada en 1913, 1936 y 1937. Como los muertos. Drama en tres actos y en prosa, estrenada el 4 de marzo de 1916 por la compañía española Jacinto Benavente en el Teatro de Colón de Bogotá bajo la dirección de Fernando Vanegas. En 1924 escribió una versión para cine que se estrenó el 25 de mayo de 1925 protagonizada por Matilde Palau y censurada por el ministro de Industrias por presentar un personaje que tenía lepra temiendo que perjudicara el comercio del café en el exterior. Fue publicada en 1916, 1918, 1922 y 1931.

Los mercenarios. Obra dramática en tres actos, estrenada el 11 de junio de 1924 por la compañía española Adams en el Teatro Municipal de Bogotá. Según la prensa bogotana rompió todos "los records anteriores" en representaciones de obras nacionales y extranjeras con gran éxito artístico y de taquilla. Publicada en 1924 y 1941. En la verbena (Del natural), pieza breve escrita en Madrid, en 1919, y publicada en Bogotá, en 1925. El zarpazo. Drama en tres actos, ganadora del primer premio en el concurso abierto de la compañía argentina Camila Quiroga, realizado 1927, estrenada el mismo año por esta compañía en el Teatro de Colón de Bogotá y en 1928 en el Manhattan Ópera House de New York. Publicada en 1938 y 1946.

Almas de ahora. Drama en tres actos. Con un prólogo del autor, estrenada en agosto de 1941 por la compañía española Baus en el Teatro de Colón de Bogotá y publicada en 1945; El virrey Solís. Drama histórico en cuatro actos divididos en nueve cuadros, estrenada el 29 de mayo de 1948 por la compañía española María Guerrero en el Teatro de Colón y publicada en 1947.

Además de las anteriores, el autor escribió otras obras que son menos conocidas: La prueba, pieza breve publicada en 1927; El niño Dios está allá arriba con los niños pobres que lloran y bailan. Juguete dramático para niños, pieza breve de una escena publicada en 1928; El doctor Bacanotos. Comedia en dos actos, publicada en 1938. De su producción tardía, por la prensa se conoce que escribió varias piezas que permaneces inéditas: El marido de Mimí; El sí de los coca-colos; y Sirena pesca marido.

Obras
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Víboras sociales y Fuego extraño.

Alma joven. Comedia en tres actos y en prosa.

Alma joven. Comedia en tres actos y en prosa.

Almas de ahora. Drama en tres actos. Con un prólogo del autor.

Como los muertos. Drama en tres actos y en prosa.