Nació en Bogotá en 1833 y murió en la misma ciudad en 1913. Hija única del general de la independencia e historiador Joaquín Acosta y Pérez de Guzmán y de la ciudadana británica Catalina Kemble Rou. Cursó sus primeros estudios en el Colegio de La Merced, en Bogotá. A los 12 años continuó su educación formal en Halifax (Nueva Escocia, Canadá) donde vivía su abuela materna. En esta ciudad permaneció un año con su madre. Cuando su padre viajó a Europa, ambas se le unieron en París y Soledad pudo asistir a colegios de la ciudad, hasta 1848 cuando la familia regresó al país debido a la Revolución francesa. Soledad dominó el español, el inglés y el francés y en París asistió a las tertulias que se organizaban en su hogar. De esta manera pudo conocer personajes importantes dedicados a la ciencia, las letras y las artes.
Su padre, el general Acosta, murió cuando Soledad tenía 19 años. Esto le produjo un gran dolor, pues él había sido una guía en sus conocimientos académicos. En Guaduas conoció al escritor, dramaturgo y político José María Samper Agudelo, con quien se casó en 1855. Enviudó en 1888 y al poco tiempo murieron dos de sus cuatro hijas, por lo cual viajó nuevamente a París. Estando allí viajó a España, en 1892, al Convento de La Rábida, como delegada oficial de la República de Colombia al IX Congreso Internacional de Americanistas, y representó a Colombia en los congresos conmemorativos del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América.
Historiadora, periodista, traductora y editora. Gracias a esta laboral editorial varias escritoras colombianas pudieron publicar sus obras en las revistas que ella fundó y dirigió. Soledad está considerada como una de las figuras más importantes de la intelectualidad americana del siglo XIX. Escribió en la prensa y en revistas con los seudónimos de Aldebarán, Bertilda, Andina, Renato, Olga, Orión y S.A.S. En el Papel Periódico Ilustrado (núm. 174 de 1884), la escritora declaró que utilizó seudónimos por el único motivo de la "natural desconfianza que sentía de echar a la luz" su nombre.
Fundó y dirigió la revista La Mujer. Lecturas para la familia (1878-1881) y la revista La familia. Lecturas para el Hogar (1884-1885). Dirigió el periódico El Domingo de la Familia Cristiana. En las publicaciones La Biblioteca de Señoritas, El Mosaico, La Prensa, La Ley, La Nación y El Eco Literario, escribió novelas, relatos, biografías, leyendas, trabajos históricos, dedicados especialmente al tema de la mujer.
Soledad Acosta fue una de las escritoras más prolíficas de América: más de 20 títulos de novelas, 50 narraciones breves, cuadros de costumbres (en especial sobre la vida de la mujer), relatos de viaje, biografías, entre ellas la de su padre el general Joaquín Acosta, y cientos de artículos más de diferentes temas. Recientemente se ha podido acceder a escritos de carácter privado como diarios, correspondencia y álbumes, gracias al interés que despertó su obra, por lo cual, en la década de 1990 empezó a ser estudiada su obra literaria y por haber sido pionera en la exposición teórica de los roles de género. Defensora de la mujer, de su educación y de la libertad que tenía para escoger actividades intelectuales. Este concepto lo expuso en una monografía titulada “Aptitud de la mujer para ejercer todas las profesiones y el periodismo en Hispanoamérica”, presentada en un congreso pedagógico, en 1882. Por estas opiniones fue considerada pionera en la presentación pública de ideas feministas.
En la revista La Mujer. Lecturas para la familia (Bogotá, 1880) publicó sus diálogos y obras de teatro, cuyos títulos son: Una educación útil. Diálogo para escuelas; Las desdichas de Aurora. Comedia de costumbres en cuatro actos; El viajero. Comedia de costumbres nacionales en dos actos, incluida dentro de la narración titulada Anales de un paseo correspondiente al día noveno. En la revista La familia. Lecturas para el Hogar (Bogotá, 1884) publicó la pieza Las víctimas de la guerra. Drama en cinco actos y en prosa.