Toro, Maruja
Maruja Toro nació en Ibagué en 1920 y murió en Bogotá en junio de 1980, a la edad de 60 años. Como una paradoja de su existencia murió de una grave enfermedad en la garganta, el mismo órgano que le había servido para recitar poemas desde muy niña en su colegio y para ganarse la vida en la radio, el teatro y la televisión. La declamación continuaría siendo siempre una de sus actividades preferidas y, acorde con su tiempo, estuvo invitada a numerosos recitales poéticos en distintas salas culturales, entre ellas la del Museo Nacional y la de la Biblioteca Nacional. De su matrimonio con Luis Carlos Zuluaga nacieron diez hijos; tal vez por su condición de madre prolífica y por su talante, se le conocía desde muy joven como Doña Maruja. Un artículo publicado en la revista Cromos en 1957, aludía a ella como: “muy modesta, callada, suave, discreta en su figura y en su atuendo, de hablar pausado y bajo, casi en intimidad”, y luego concluía con otros rasgos de su personalidad: “alta y sencilla figura, llena de secreto fuego y de intensidad emotiva”. Maruja se licenció como locutora en 1947, y su primer trabajo lo realizó en la emisora Ecos del Combeima, en su natal Ibagué. Después se trasladó a Bogotá donde entraría a formar parte del Grupo Escénico de la Radiodifusora Nacional, bajo la dirección de Bernardo Romero Lozano. Más tarde trabajó en las emisoras Nuevo Mundo y en Nueva Granada. En 1954 trabajó en teatro, con la compañía del actor y director colombiano Alejandro Barriga, en la obra Flor de jardín extraño, montaje apoyado por Extensión Cultural del Ministerio de Educación, el cual no subiría a la escena en el Teatro de Colón por incumplimiento de dicha institución oficial. Al año siguiente, durante la Semana Mayor, doña Maruja participó en el montaje de El mártir del Gólgota, obra compuesta por 21 cuadros, bajo la dirección de Pepe Montoya. También formó parte de la Compañía de Mary de Vásquez y de la Bogotana de Comedias de Luis Enrique Osorio. En esta última permaneció durante más de un año. En 1967 formó parte de la compañía del director colombiano Enrique Wilford, con la cual viajó en gira artística por el país, Ecuador, Perú y Venezuela. Con este mismo director asistió al Festival Internacional de Teatro, en México, donde ganó el premio como mejor actriz en la obra No me descubras Cristóbal. De los tres medios en los que ella se desenvolvió, prefería la recién inaugurada televisión, a donde ingresó en 1955. Era el tiempo en que no existían los recursos técnicos actuales y los artistas salían al aire en directo, actuando en obras del teatro universal. Según sus palabras, una actriz no podía mostrar gran solidez artística en la radio y en el teatro, solidez que sí le ofrecía la televisión, por “el hecho de que las cámaras no pueden disimular los defectos de mímica, actitud y expresión, que pasan inadvertidos en el teatro y la radio. Además, se requería una memoria clara y precisa para actuar con soltura, ya que el actor que trabaja pendiente del consueta, no puede estar natural. En resumen: la televisión es la mejor escuela para el actor”. El debut de Maruja Toro en la televisión se produjo con la obra de Arthur Miller Todos eran mis hijos, y la crítica la recibió muy bien por su excepcional desempeño en una pieza tan difícil. A partir de este momento los directores buscaron su participación en otras obras y programas dramatizados, como La picota en la antena, de Esteban Sanz; Barrizales, con la dirección del director español Carlos Lemos; Relatos famosos, Yo y tu, dirigidos por Alicia del Carpio; La novela, dirigida por Luis Linares; Historia del teatro, de Manuel Drezner, entre otros muchos de la naciente televisión colombiana. A finales del decenio cincuenta participó en el programa Teleteatro, en la obra Llegaron a una ciudad, de J. B. Priestley, con la dirección de Boris Roth. Y en el decenio siguiente, en el mismo programa, en las piezas: Antígona de Jean Anohouil y El refugiado de Lewis Beach, dirigidas por Manuel Drezner; Liliom de Ferenc Molnar, con la dirección de Paco Barrero; La fugitiva de Ugo Betti, dirección de Pepe Sánchez. Así mismo, participó en otros programas como Ciclo de Comedia, Ciclo de Teatro Clásico y Ciclo de Teatro Universal, en obras de los más reputados comediógrafos y dramaturgos del canon occidental. Y a medida que la televisión fue cambiando, ella seguiría vinculada con el medio.
Esta biografía no contiene obras